![]() |
No está congelado en un momento a mala leche. Es el gesto. Y eso que está hablando con simpatía y buen rollo |
Realmente no lo sabemos. Son mujeres con talento, capacidad de trabajo y con orígenes de clase media pelada, de los que te hacen aprender a sacar las castañas del fuego nos deberían empatizar. Pero caen mal. Les intuímos un carácter fuerte e hiperpefeccionista, que en sí no es un atributo de chichinabo y que no nos supone, en ningún caso, un hándicap en el aprecio y admiración en otras personas. Pero en todas ellas este atributo de excelencia y exigencia se torna en un sesgo de prepotencia. Es su nexo común. Es un matiz intangible, sutil, pero lo tiñe todo de pardo. Eriza.
La Reina Letizia. Su majestad parece que todo le ha venido grande y no se entera de dónde está y nos provoca con rollos patateros de que ser reina es un trabajo de oficina. Tampoco su familia impresentable le ayuda. A cuántos nos hubiera gustado que nuestra hermana hubiese dado un bragetazo y pasar de mileuristas a cargos de melocalzo. Lo que sea. El caso que reconocemos que La Reina le ha hecho muy bien a Felipe VI. De Pantera Rosa a tío articulado. Chapó. Y las niñas parecen crías muy bien educadas.
La Campanario. Maria José la cagó cuando la condenaron por un delito a la Seguridad Social. Caía mal, ese odioso gesto, sobretodo ese odioso gesto, pero sus maneras centradas y sensatas comenzaron tímidamente a camelar. Sólo un poquito, pero algo. Ella sí que se casó con quién quería y está estudiando odontología a contrarreloj para luego no llorar lohedejadotodoportí, y eso da puntos positivos. Y Jesulín lleva a los niños a la ruta del colegio. Impensable años atrás. Y hasta el presunto amante es de nivelón, nada que ver con camareros drogadictos de El Brillante.
Sique el hilo del post en su segunda parte, aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario