lunes, 3 de agosto de 2015

Esos personajes de cómic y de dibujos animados con los que mojábamos las bragas de pequeñas

 
Uf... ya ni nos acordábamos de Flash. Aquí pa encalomarse


Reconocemos que eso de mojar bragas es un flash title para confundir al buscador. Mojar, lo que se dice, mojar, no lo hacíamos. Éramos muy pequeñas y teníamos dos hormonas. Pero sí nos sorprendíamos, sin mucho menos comprenderlo, que pasaba algo. Ahora sabemos lo qué, que no éramos nada tontas.

La primera vez que lo flipábamos, cuando teníamos ¡4 o 5 años! era con el Flash Gordon de Alex Raymond. Teníamos en casa esos pesados tomos rojoazul. Ese pelo rubio cortito, esas músculos tras la camisa rajada, y ése pántalón, ése pantalon, ay, con la rayita amarilla del séptimo de caballería era lo más. Ya nos inoculábamos con la efectiva y sexy estética filonazi, con bondage incluido. Flash era americano. El cómic de los años 40, fue una contestación propagandística a la poderosa imaginería alemana de la segunda guerra mundial. Durante los setentas buscábamos esa imagen en el mundo real. Y nos saciábamos con los atletas de gimnasia deportiva del este. Esos rusos mazas. Pero, ay amigos, la musculatura y la hombría en los 70 y primeros 80 estaba mal vista. Había que justificarla.

Ya en la adolescencia. Otro bello. Éste más esporádico. Angel Face del Teniente Blueberry de Jean Giraud, Moebius en el delirio, Gir en lo cómico. Qué guapo. Qué castigo por ser guapo. Quemarle la cara. No se puede ser guapo. Ser un toligo nos iguala, y por ende, acerca a dios.  ¿Cómo decías que te llamabas hijo?... Angel, Angel Face. Más. Éstos con más pecado porque presumíamos de malotas. Curábamos las resacas de los domingos por la tarde viendo Candy, Candy o Candy Corazón en el uachefe. Y lo hacíamos a solas hasta que descubrimos, hablando con la garganta, que no estábamos solas. Qué eramos muchas. Qué bueno estaba Anthony. Pero cómo nos ponía el Terry. Terry era el moreno, el macarrilla. ¿Moreno?. Aquí si comprendíamos la masculinidad. Y la sabíamos verbalizar.


Y ya mucho menos y más tarde, ya en telecinco, alucinábamos con los tipazos de Los Caballeros del Zodíaco. Pero sólo con sus piernas fibradas. Los caballeros eran muy tontos y unos petardos. Uno para no ver a Medusa se sacó los ojos con sus dedos. Un compañero masculino, apostilló, "eso es poesía". No querido. Eso es mundo machirulo. No tiene nada que ver.

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