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El domingo por la tarde cuando murió inesperadamente Chanquete, se paró España y nevó, literalmente, en Madrid. En la foto Piraña, Miguel Ángel Valera |
El imaginario colectivo, que se ríe entre dientes porque nos encanta el castigo del éxito ajeno, relaciona arquetípicamente la precocidad infantil con un terrible peaje adulto de drogas y fichas policiales. Lo cierto que estos talentosos e hiperprofesionales niños saben concatenar sus vidas de mayores con una prolífica trayectoria cinematográfica, algunos con prestigio, Ryan Gosling y Christian Bale, y son los menos los que se estrellan, que hace más ruido, Lindsay Lohan, que curiosamente, no para de currar. Joselito no, pero es un hombre hipereducado. Biopic ya.
Otros no han podido mantener su exposición mediática, pero en su plan B alterno en otro campo disímil, alcanzan de nuevo su alto perfil.
Shirley Temple. El caso de esta mujer es el más brillante por su reivención personal y profesional en una época, los años 30, ajena a los derechos laborales del niño, bueno, y de otras comunidades, je, donde la explotación infantil se hacía sin la más mínima supervivisión, o por lo menos, disimulo. Anita Colby en su manifiesto de los cincuenta Tu Belleza, mucho más empowering que cualquier tratado de técnicas orientales de Ana Rosa, AR, recuerda a la pequeña de apeñas 3 años, desmaquillándose sola al final de cada escena. A Shirley se le acabó su éxito cinematográfico y no tocó las narices. Y pudo con razón. Pero no. Se hizo activista republicana a finales de los 60, y en los 70 la conocimos como diplomática en África y Checoslovaquia y más tarde como asesora de Reagan. Con ochenta años era una señora muy guapa con natural aspecto juvenil.
Jodie Foster. Buenafuente la entrevistó y le instó, haciéndose el listo, con los molestos tópicos de los niños prodigio. Le puso como ejemplo a Shirley Temple. Mira cómo ha acabado. Jodie flipó y respondió que no era buen ejemplo. Buenafuente no escuchó la réplica de la actriz. Le desbarataba el cuadriculado guión. Éso sería un ejercicio de flexibilidad imperdonable en el humor catalán ajeno a la gracia natural. Anyway. Jodie desde los doce años era una actriz seria de películas serias. Hasta hace poco descubrimos que su personaje era una niña marimacho, no un niño, en "Alicia ya no vive aquí". Y la famosa en Taxi Driver, en España, era ella, no Robert de Niro. Y cantaba como Talullah en Bugsy Malone. Y es magna cum laude en Yale. Eso mientras tanto. Justo antes de sus oscars. En Acusados y en los corderos.
Josh Saviano. Ah. El smarty jewish de "Aquellos Maravillosos Años". Los smarty jewish merecen una asignatura universitaria en estudios de cultura contemporánea, y nosotros debemos un post, próximo. Como Josh hay cientos de buena reconducción profesional. Elegimos a Josh por su leyenda. Era Marilyn Manson de niño. Pese a que teníamos la foto del cantante de adolescente en la mano. Ni con ésas. Los tediosamente más cerriles lo juraban y perjuraban. Terminó la serie y Josh, sin acritud, es ahora un superabogado de los buenos. De los que ganan pasta indecente. Y es un tío muy atractivo. Guapo y con pasta.
¿Ejemplos españoles?. Pablito Calvo. Ingeniero Industrial. Piraña. Miguel Ángel Valero. Hubo más vida que "comer comer" en el circo y se hizo catedrático de Telecomunicaciones. Antes de los treinta años. Y delgado. La niña díscola de "Aquí no hay quien viva", que no cuajó como pava "La que se avecina", Sofía Nieto, es una promesa de las matemáticas y promete genialidad en este campo.
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