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Jesús Navarro, Director de Operaciones de Domino's Pizza. Un auténtico perla. |
Vaya por delante que la filosofía de este blog no es encumbrar precisamente el irritante geist de nuestros días del "no soy lo que hago, sino lo que pienso" que lleva a la categoría de valor moral a la absoluta falta de autorresponsabilidad. Y que no se adhiere a esa proclama de "que ALGUIEN ("alguien", el OTRO, nunca uno mismo) haga algo" como inefable garante de autoprestigio personal. Qué bien queda decir eso tomando cañas. No, aquí se enseña el plumero abiertamente. Fuera perroflautismos, jetas y subvecioneros. Dicho está. Fuera perroflautas, jetas y subvencioneros.
Pero es que lo del "Jefe Infiltrado" es que toca mucho las pelotas. Subtexto. Una empresa que cae en picado por su fama de hijoputez quiere salvarse mediante un lavado televisivo en el cual muestra una imagen corporativa de ¿humanidad?. Si. Ya lo hemos aprendido. El buenrrollismo redime. Cómo no.
Pero es la evolución de esa redención la que nos pone de mala leche. Ya para empezar, el jefe infiltrado en su empresa nos agrede con su carácter irrespetuoso y sobrado con la que se presenta en un primer día de trabajo con los encargados y compañeros. ¿Verbigratias?. Una. Uno se indignó porque el mensajero le pidió que entrara a buscar su propio casco. Dos. Otro, con un par, se presentó al gerente "bueno sí, yo soy Pepe, ¿nos tuteamos, no?. Tres. Otro se ofendió porque el encargado de una fábrica le metió prisa en la línea de envasado, otro... y otro... no fallan. Hasta mascan chicle mientras sirven las mesas. Y cuidadín cómo se lo dices. Ojo.
Sigamos. En el nudo del programa se encuentra lo más sangrante. La hipocresía del empresario. Dolorosímima. Abierta. A saco. No me enrrollo. Un sólo ejemplo gráfico. Repugnante es presenciar cómo lo repartidores de Domino's Pizza se tienen que justificar porqué se juegan la vida en la vespinillo, so pena de que les descuenten dinero, delante del mismo jefe que finge horror, el mismo jefe que ha diseñado esa misma premisa empresarial del horror. Todo así. En cascada. En sucesión. Una tras otra. Una chica que no cobra las horas extras y la pobre no está motivada, un jefe de fábrica con mucha mala leche que se encarga él sólo de casi toda la producción, un simpático y humilde camarero de Jaén que no tiene nivel de inglés... para repartir flyers.
Ya en el desenlace el jefe se "desenmascara" en su despacho con los empleados. En plan sabio juez. Y reparte paternalismo. Tú has sido bueno, tú has sido malo. Pero en mi infinita misericordia, yo te perdono. Y les perdona. Les da cursos de inglés y viajes a Eurodisney. En ningún momento se sube el sueldo. No se mejoran las condiciones laborales. Los chicos de Domino's Pizza seguirán siendo penalizados si no se estrellan por las calles para monetizar.
Y ya como si no tuvieran bastante con cobrar una mierda de sueldo en una mierda de trabajo, a los trabajadores se les reprocha, y mucho, ¡que no tienen amor a la marca!. Encima se tienen que meter en su secta con gorra y chapita. Indispensable. Ya lo que les faltaba.
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