viernes, 24 de julio de 2015

Sé lo que hiciste en tu última cita, Michelle Thomas

Lo que más importante para un hombre es una sobaca perfectamente depilada

Pues Michelle Thomas... sentimos que te hayan llamado gorda a la cara, que eso es muy feo. No es que te hayan llamado "gorda", es que lo han saboreado diciéndotelo. Regalito que no te esperabas. El del señor de Tinder envuelto con lacitos de empatía, y el tuyo con celofán de carne. Michelle. Es que aquí ya tenemos los huevos muy pelaos. Y conocemos el otro lado. Somos los vampiros anónimos del otro lado. Los fantasmillas inquietantes del vacío  y ninguneo que cruzan el plano de la pantalla. Somos la niña de la curva de la expeditiva e inexpicable espantá, los zombis sufridores del cándido exonerante "si yo sólo le he dicho que limpie el baño... nada más...", del exabrupto touretiano, los que abren las cortinas touretianamente.

Sí. El señor del Tinder te tenía ganas. Como tú bien reconoces, Michelle, te quería bajar los humos. ¿Qúe humos?. ¿Porqué?. Cuenta la conversación, el cuerpo de la cita. Venga Michelle, cuéntalo todo. ¿Sólo siendo encantadora, amable y divertida, te regalan un gorda?. Te lo han recordado. Vaya. ¿Si es baladí serlo por que te retuerces en engañosos selfis?.


Michelle conocemos el truquito. Tengo un fuerte personalidad con sanote descaro. Descaro. Suponemos la clave. Descaro. La patente de corso de los feos y gordos. Puedo decir lo que yo quiera, lo que me venga a la cabeza, porque sé que los demás no deben ni pueden ponerme el espejo. Yo sí, tú no. Tú serías mala persona, reprobable, linchable, yo, yo... tendría sentido del humor y divertida mala leche. Tú serías el tonto si no lo observaras.

P. D. Nueve quilos de más no te hacen gorda, te hacen ternasca. Y hay un amplio público másculino para eso.


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